Me despido de las que se fueron sin decir adiós ni dar una explicación, de los que pasaron como una exposición de museo, dejando solo marcos vacíos.
Me despido de la que en tiempos oscuros pidió auxilio y cuando el sol brillaba decidió alejarse.
Me despido de los que ansiaban el sabor de la piel para saciar un vil antojo y cuando no había más que dar, se marchaban sin mirar atrás.
Me despido de la culpa que corroe las venas, por haber asistido a más de un funeral.
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