Hechizado

Circasia, 2009. Este ha sido el día más oscuro que recuerda Leonor, en el ambiente se siente un espesor que deja un aire frío y genera que su cuerpo tiemble. Camina con mayor rapidez para llegar a su casa, donde sus padres la recibirán con los brazos abiertos como siempre lo han hecho. Un paso, dos pasos y alcanza a escuchar gritos en el fondo; acelera y se encuentra con su padre peleando con su madre y un jarrón roto en la mitad de ambos, tal y como si fuera aquel el florero de Llorente, pues su disputa es por encontrar el culpable de romper una reliquia de la familia.

Leonor intenta calmar a ambos, pero su padre está ofuscado y la única manera en la que se puede calmar es alejarse de su hogar y salir a la calle. La madre de Leonor la saluda, la abraza y le dice que su padre está cada día peor, que no sabe qué es lo que tiene o qué le pasa, pero que cada vez que pasa el tiempo se vuelve más y más agresivo. Leonor la calma y la tranquiliza diciéndole a su madre que quizás es la edad de su papá.

Pasan varios días y el clima en Circasia no cambia, solo que para Leonor empeora, a medida que pasa el tiempo la familia va discutiendo mucho más que antes; ella ya no soporta a sus padres y las peleas entre los tres aumentan considerablemente. Leonor siente un gran peso en los hombros, como si tuviera a alguien encima empujándola hacia abajo; se hace masajes pero no es suficiente.

Para evitar las peleas Leonor pasa la mayor parte del tiempo fuera de su hogar, pero siente que alguien la persigue, para donde camina siente que siguen sus pasos, que alguien la observa y cuando voltea para revisar quién es, no se encuentra nadie, solo su sentido de persecución.

Eso no siempre fue así, la familia de Leonor era una de las más prestigiosas en Circasia, respetados por su calidad humana y ejemplo de la sociedad por ser una familia amorosa, el padre de ella siempre era un caballero con su madre, y la mamá por su parte, era una mujer ejemplar, que le daba lo mejor de sí misma a su marido y su hija.

Pero poco a poco todo fue cambiando, la actitud de los tres fue empeorando y tal y como su relación familiar se resquebrajaba las paredes de su casa parecían estar en la misma actitud que ellos; pequeñas grietas se convirtieron en pedazos que caían y distintas manchas de humedad ocupaban su espacio en la pared posándose como si fuera una obra del oscurantismo.

Tan fuerte eran las peleas y tan horrible la situación en la familia que Leonor prefirió pasar las vacaciones con una tía en Filandia. Allí el ambiente era totalmente diferente, su rostro se iluminaba de alegría, su cuerpo sentía que se había quitado un peso de encima, y su estrés poco a poco fue desapareciendo. Con su tía salía y se sentía tranquila, pero cuando llamaba a sus padres los escuchaba angustiados, malhumorados y ella sin embargo, se sentía en paz pero preocupada por ellos.

Leonor le contó la situación a su tía y le dijo que con ella se sentía más tranquila, pero que no sabía cuál era la razón por la que sus padres peleaban tanto y por la que su hogar en todos los aspectos se estaba desmoronando. Su tía la escuchó pacientemente y le dijo que lo mejor era que orara, que le pidiera a Dios para que sanara los corazones de sus padres y que si quería un sacerdote podía ir a su casa a bendecirla.

Cuando Leonor llamó a sus padres a pedir su autorización fue como si les insinuara que iba a invitar al mismísimo demonio; pero a regañadientes y con los consejos de la tía de ella, sus padres aceptaron y le dijeron que el sacerdote podía ir a la casa.

La tía, Leonor y el sacerdote entraron en la casa, solo para encontrarse con los padres peleando, pero al verlos pararon y los saludaron con una sonrisa fingida. La madre sirvió jugo para todos y se sentó para escuchar lo que el sacerdote les iba a decir.

Algo particular que ninguno notó fue que cuando Leonor entró a su casa tuvo que sacudir su cuerpo rápidamente, pues volvió a sentir aquel peso que había dejado desde que se fue a casa de su tía. De nuevo sentía como si alguien la vigilara.

El sacerdote bebió el jugo y les agradeció por la invitación, les comentó que quería orar con ellos y si lo permitían bendecir la casa. Todos aceptaron y así comenzaron a rezar. El hombre recorrió la casa y roció agua bendita en cada parte de la misma, detrás de él iba la familia y la tía rezando, todos con agua bendita en la frente.

Caminaban lento y con la oración avanzaban poco a poco por cada rincón del hogar, ninguno peleaba, todos estaban concentrados hasta que de un momento a otro una matera que la madre tenía en la entrada se cayó, asustándolos y dejando todos los pedazos y la tierra regada por el suelo.

Todos se acercaron a ver la matera y ninguno podía creer lo que veían, el sacerdote se acercó a la tierra y sacó lo que asomaba: un bulto envuelto en cinta con cauchos, trozos de cabellos y cabuyas. Todos se dieron la bendición mientras el sacerdote sacaba todo lo que contenía el bulto; una fotografía de los padres de Leonor rayada, un muñeco horrible con agujas y lo que parecía ser sangre.

El grito de todos fue de horror, el sacerdote procedió a bendecir lo que quedaba de la casa y a sacar todo lo del bulto del hogar. Ese día la familia le agradeció al sacerdote por todo lo que había hecho y a la tía por haberlo llevado a la casa. Cuando el hombre se marchó, todos comenzaron a pensar quién podría haber hecho tan horrible cosa y lo más importante cómo lo habían dejado.

Cada uno pensó en las personas que habían ingresado a la casa y el padre recordó que un amigo de su infancia a quien no veía hace mucho tiempo lo había visitado hace algunos meses. El tiempo que ellos llevaban peleando.

Al no encontrar otro posible responsable, el padre procedió a citar a su amigo, pero nunca pudo encontrarlo, el número fijo que le había dado era falso y no sabía cómo contactarlo. Del amigo del padre de Leonor nunca se supo nada, solamente se escucharon algunos comentarios por parte de los demás amigos que decían que ese hombre siempre le había tenido envidia al padre de Leonor por tener una familia tan unida.

Leonor por su parte después de la bendición del sacerdote y de ese día tan impactante dejó de sentir ese peso en sus hombros que la atormentaba, ya no se sentía observada y sus padres con esfuerzo pero con amor dejaron de pelear y poco a poco retornaron a ser la familia que eran. Se mudaron de su casa y hasta el día de hoy permanecen unidos. El mundo está compuesto por dualismos, blanco y negro, frío y caliente, el bien y el mal. Es más difícil creer en lo que no se ve que en lo se ve, diariamente nos rodeamos de cientos de personas, conocidas o desconocidas debemos tener precaución, el amor, la fe y la unión pueden llegar a ser más que solo una salvación.


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